29/01/2022
Alejandro Aznar pasó de vender piletas de lona en el conurbano bonaerense a tener una cabaña exitosa principalmente con reproductores Angus colorados demandados por centros de inseminación artificial
A los 20 años, Alejandro Aznar estaba al frente de una actividad comercial en el conurbano bonaerense que funcionaba bien, vendía piletas de lona, pero siempre le gustaron los animales. Entonces, un día resolvió cambiar de vida y, con mínimo capital y ayuda de su familia, incursionó en la actividad ganadera. Luego de muchos años de esfuerzo y sacrificio, hoy es propietario de una cabaña que produce toros de pedigrí demandados por los centros de inseminación artificial y por otros cabañeros. La principal razón de su éxito es sencilla: genética eficiente, pensada para funcionar bien en las condiciones de producción de la Argentina.
“Me crié en José Mármol, en el conurbano bonaerense, pero desde chico sentí afinidad por el campo y los animales, tan es así que en el colegio me guardaba la plata que me daban mis padres para golosinas y me compraba un pollito o un conejo”, cuenta Aznar.
“Cursé la secundaria en el Instituto Agrotécnico San José, de San Vicente, y luego comencé la carrera de veterinaria. En ese momento -2002- mi familia compró una chacrita en Del Carril, partido de Saladillo, en la cual comenzamos con 12 vacas, sin abandonar la actividad comercial urbana”, rememora.
“A partir de ese momento, dejé la facultad para dedicarme a lo que me gustaba, que era la cría de animales, aunque fuera en pequeña escala”, destaca. “Era muy chico y me apasioné con las líneas de sangre y con la genética en el pequeño rodeo”, se explaya.
“Más adelante vino el boom de la soja y en 2007 tuvimos que llevar las vacas a un predio de 125 hectáreas que compramos en 17 de Agosto, en el partido de Puan, en el sudoeste bonaerense, una región semiárida, con mucho esfuerzo familiar”, continúa. “Tenía que viajar permanentemente porque vivía en Buenos Aires y estaba de novio. Así que en un momento decidimos casarnos e ir a vivir al campo sin conocer a nadie, para estar cerca de las vacas”, comenta.
Durante varios años el matrimonio trabajó arduamente comprando más vientres, pero en 2008 y 2009 enfrentó una gravísima sequía y la peor nevada de los últimos 60 años, que liquidó muchos animales vecinos y obligó a vender a 270 pesos muchas vacas puras controladas que Aznar había comprado a 1600. Entonces, como producto de la sequía, pasó de tener 200 vientres a 30.
“Superado el mal momento, decidimos reponer con menos vacas pero de pedigrí, que pagamos con el importe cobrado con las ventas compulsivas provocadas por la sequía. Tomamos esa decisión porque teníamos la necesidad imperiosa de aumentar la facturación de nuestra empresa, que era de muy pequeña escala; por eso organizamos una cabaña: un kilo de toro de pedigrí se puede vender entre 600 y 2500$/kg versus los $230 de un kilo de novillo”, compara. “Esa operación fue importante para nosotros porque, además, de esas vacas nacieron los toros más importantes que criamos luego”, agrega.
“Después de la sequía, y al aflojar la presión que ejercía la soja en Saladillo, vendimos el campo de 17 de Agosto y volvimos nuevamente a Del Carril, comprando más hectáreas, siempre con la ayuda de mi padre”, apunta el cabañero.
En el predio nuevo, Aznar armó el rodeo de pedigrí con mucho trabajo personal: aunque tiene algunos empleados, insemina personalmente las vacas y controla el peso de los terneros nacidos de manera artesanal, con la ayuda de su esposa.
“El nuevo planteo funcionaba bien hasta que una consignataria conocida nos invitó a vender reproductores en un remate. Y sucedió lo peor: la firma quebró y nos quedamos sin cobrar el 70% de lo vendido”, rememora amargamente Aznar.
Con el apoyo de la actividad comercial urbana y con bajos gastos, el matrimonio Aznar superó ese nuevo escollo y siguió produciendo toros. Así apareció Esencial, el reproductor más destacado de la cabaña, que fue al centro de inseminación artificial de Select Sires & Juan Debernardi, quien difundió el programa de Aznar en uno de los catálogos de toros más importantes de la Argentina. Con esta firma, desde hace varios años, va a Estados Unidos a visitar cabañas para conocer y aplicar nuevas tecnologías en desarrollo.
Simultáneamente, el consignatario Pedro Noel Irey ofreció hacer un remate que generó excelentes resultados. A partir de estos dos sucesos, otros centros de inseminación artificial compraron toros de Aznar y hoy esa genética está plenamente reconocida, lo que permitió continuar el crecimiento de la empresa en superficie y producción.
Las razones de las buenas ventas de reproductores y semen de la cabaña son muy sencillas. “Buscamos toros de buena calidad racial y que trasmitan fertilidad a la descendencia. Además, la selección nos permitió ofrecer animales con mansedumbre, fácilmente manejables, y que aseguren facilidad de parto en vaquillonas de 15 meses”, explica el cabañero.
“Seleccionamos el rodeo de pedigrí como si fuéramos productores comerciales que buscan rentabilidad y sustentabilidad”, resalta. Así, las vacas madres de los toros producidos están adaptadas al medio pastoril, son rústicas y se alimentan con los mismos forrajes que un vientre general.
En producción
Los toros se recrían a pasto como cualquier novillo, para que puedan traspasar altas ganancias diarias del peso a su descendencia. “Seleccionamos por fenotipo evaluando la masculinidad, la corrección estructural, la musculatura, la circunferencia escrotal, etc.; también consideramos los caracteres productivos midiéndolos con las Diferencias Esperadas entre Progenies, que valoran el área del ojo del bife, el largo de la gestación de la descendencia, el peso al nacer, la producción de leche, etc. Para las mediciones, contamos con la auditoría de la Universidad de La Plata”, aclara.
Integrantes de la cátedra de Producción Bovina controlan la metodología de identificación de los animales respaldada por análisis de ADN, verifican las mediciones fenotípicas y constatan el cumplimiento de pautas de bienestar animal. “Los clientes valoran estos controles y que los reproductores sean criados en las mismas condiciones que operan en los rodeos generales”, argumenta el empresario.
Aznar produce principalmente toros Angus colorados de gran calidad, un producto con poca oferta y mucha demanda en el mercado argentino, generalmente con mayores precios que los toros negros, porque hay pocas cabañas que generan ese producto.
El proceso de mejora genética del colorado implementado por Aznar fue peculiar y así lo relata: “Al arrancar con el rodeo de pedigrí, no había muchos toros Angus colorados para cruzar. Entonces, decidí tomar un camino más largo, pero que al final resultó fructífero”.
“A partir de un muy buen toro Angus negro -Líder- hice consanguinidad. Crucé una hija con un hijo de ese toro, que tenían el gen colorado. Con esa cruza, había 25% de probabilidad de que el nieto saliera Angus colorado. De esos apareamientos, nacieron cuatro terneros negros y uno colorado, que resultó Esencial, un toro sobresaliente porque capturó el mérito genético que otros cabañeros habían desarrollado durante muchos años en Líder. Esencial es un toro cuyo semen es usado actualmente por casi todas las cabañas de Angus colorado.
Sus secretos
La principal razón de la meteórica carrera de los toros de Aznar es haber creado un rodeo de pedigrí eficiente. “En la cabaña estamos obligados a ser severos en la selección de los animales. Entendemos que vientres rentables son los que se preñan, paren y crían un ternero todos los años. Así, la vaca que no queda preñada durante un período de servicio de tres meses, se carga para faena cualesquiera sean sus antecedentes. Incluso, descartamos también las que se preñan en los últimos 30 días, más allá de que tengan un lindo fenotipo”, define.
“También buscamos disminuir el peso adulto de las vacas manteniendo el ritmo de crecimiento diario de los terneros; empezamos con 657 kilos por animal como promedio de todo el rodeo y en 2021 bajamos a 550 con selección y empleando toros de moderado peso adulto durante tres generaciones”, completa.
Los toros salen a venta con prueba de calidad seminal, raspajes negativos de enfermedades venéreas, evaluación morfológica y ADN. Se busca que los reproductores tengan consistencia genética, es decir habilidad para imponer sus características a su descendencia.
En la selección de toros padres, al incorporar sangre externa, se consideran el fenotipo, las Diferencias Esperadas entre Progenies (DEP) y la genealogía. En el fenotipo -es decir el aspecto visual del toro- se busca masculinidad, calidad racial, corrección estructural, musculatura, buenos testículos y docilidad. También se consideran los DEP, en lo referido al peso al nacer, largo de la gestación, peso final, área del ojo de bife, espesor de la grasa dorsal y porcentaje de grasa intramuscular. En la genealogía se busca que los progenitores sean similares entre sí para caracteres genéticos de interés.
“Tomamos estas decisiones y controles severos y porque vendemos reproductores, que son animales que deben ser mejoradores de los rodeos comerciales”, razona Aznar.
Radiografía de una cabaña chica pero eficiente
Escala pequeña
La cabaña “La Esencia” funciona en 170 hectáreas propias en Del Carril, en el partido de Saladillo, y 100 más arrendadas a pequeños productores de la zona. Allí hay 200 vacas de pedigrí.
Demanda activa
Alejandro Aznar produce 70 toros de pedigrí por año. Sus reproductores figuran en los catálogos de seis centros de inseminación artificial (Select Sires & Juan Debernardi, Semex, Ciiado y Genpro, Ciavt, entre otros).
Rentabilidad
La producción de toros está inclinada principalmente al Angus colorado (70% de la oferta). Los precios de los toros del último remate en 2020 alcanzaron $600.000 como promedio. Las vaquillonas se pagaron $520.000.
Cuidado del ambiente I
Aznar cuida el ambiente. En la cabaña utiliza mayormente campo natural. Cuando debe romper un lote degradado para hacer pasturas, utiliza pocos agroquímicos, que considera un medio y no un fin en sí mismos.
Ambiente II
Sólo emplea fertilizantes orgánicos, como cama de pollo de los galpones de la zona, que tiene gran contenido de nitrógeno, fósforo y micronutrientes, a razón de cuatro toneladas por hectárea con un aplicador similar a una fertilizadora.